FRANCISCO LÓPEZ
Reputado artista sonoro internacional, Francisco López se acerca al fenómeno físico del sonido y del entorno desde una perspectiva personal del paisaje sonoro. La oscuridad alumbra la fragilidad violenta de su obra
Compositor
fundamental en la creación electroacústica española y artista sonoro de prestigio internacional, licenciado en
biología y profesor de ecología, Francisco López dio sus primeros
pasos en la creación musical vinculado a los movimientos del
underground de principios de los 80, que giraban alrededor del
techno industrial como el grupo Esplendor geométrico. Lo
que en todo este tiempo ha caracterizado la estética del sonido de
Lopez, tras entregar un temprano título
tan explícito como Azoic
Zone a principios de 1990, es la creación de atmósferas profundas y casi abisales de
las que emanan imágenes abstractas y figuras inquietantes.
Pudiera resultar contradictorio que esa estética sonora que esculpe los ambientes ásperos y lima las superficies metálicas de la realidad provenga de un autor que ha estudiado biología, que venera y ha vivido entre la exuberancia selvática de Costa Rica o en los espesos bosques canadienses y norteamericanos, entre otros muchos viajes por China, África o Australia haciendo trabajos de campo.
Pudiera resultar contradictorio que esa estética sonora que esculpe los ambientes ásperos y lima las superficies metálicas de la realidad provenga de un autor que ha estudiado biología, que venera y ha vivido entre la exuberancia selvática de Costa Rica o en los espesos bosques canadienses y norteamericanos, entre otros muchos viajes por China, África o Australia haciendo trabajos de campo.
Entre
la exaltación ruidista de Luigi Russolo y la ecología de
los sonidos (observancia sin manipulación) de los ambientes
naturales del canadiense Ray
Murray Schafer, Francisco López prefiere situarse creativamente en
un punto intermedio, pero un peldaño más arriba, en la injerencia
artística propuesta por la música concreta de Pierre Schaeffer: la
“huella” del creador debe estar en cada sonido.
De
este modo, las muestras extraídas de paisajes naturales (más
reconocibles en la fundamental La
Selva) se van alterando y
acumulando en un discurso progresivo con final abrupto, hasta
convertirse en atmósferas polucionadas y densas, que sugieren
sensaciones más que percepciones del sonido. En La
juventud de los Nefelitas
(1995) encontramos la obra intermedia en el tiempo que vincula a La
Selva (1997) con Belle
Confusion 969 (1998). Allí
la lluvia y la tormenta de los bosques –en El
Sueño colectivo-
comparten los ruidos
propios de un paisaje industrial casi apocalíptico – La
Conquista del Valle de Barro-.
En la más reciente untitled 249 (2010), López, tomando muestras de campo como es habitual en él, penetra en los tiempos remotos de los Titanes, dioses expulsados por Zeus del palacio de Olimpo (Grecia). Cronos era el rey de estas deidades entre las que estaba Prometeo, que creó a los mortales con barro. Junto con el artista visual Novi_sad entregó la pieza que ofrecemos en el vídeo, perteneciente a Titans, un trabajo oscuro y primitivista en la línea del autor, en el que el excelente trabajo visual describe un mundo de velos ancestrales de naturaleza, mar y construcciones antiguas de Olimpia, ruinas de una civilización que la mitología griega sitúa antes de la llegada del ser humano.
En la más reciente untitled 249 (2010), López, tomando muestras de campo como es habitual en él, penetra en los tiempos remotos de los Titanes, dioses expulsados por Zeus del palacio de Olimpo (Grecia). Cronos era el rey de estas deidades entre las que estaba Prometeo, que creó a los mortales con barro. Junto con el artista visual Novi_sad entregó la pieza que ofrecemos en el vídeo, perteneciente a Titans, un trabajo oscuro y primitivista en la línea del autor, en el que el excelente trabajo visual describe un mundo de velos ancestrales de naturaleza, mar y construcciones antiguas de Olimpia, ruinas de una civilización que la mitología griega sitúa antes de la llegada del ser humano.
En definitiva, la Naturaleza, amenazada y amenazadora, resuena y se expande en el interior como materia metálica que vibra entre penumbras. Es un mundo de texturas que crecen y se desvanecen, mientras extrañas figuras surgen a la superficie.
Propongo una concepción trascendental de la música en un vacío espacial que se expresa mejor sin luz, en la soledad, a través de la inmersión de los sonidos, en una escucha profunda. Una música absolutamente liberada de formalismos y tendencias racionalistas o funcionales
Una música, habría que añadir, llena de contrastes de intensidad y de densidad, con una aparentemente opacidad que parece encerrada en sí misma como en una selva, pero que en esa escucha profunda y a oscuras que reclama López para sus obras revela una salida, una puerta abierta a la evocación subterránea.
El contundente poder de la inocencia (Naturaleza) y la densa amenaza (la presencia humana) de esa frágil hermosura metálica (del progreso) se extienden y transforman en esta metáfora sonora de una era postindustrial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario